Sentí como su cuerpo se aproximaba a la cama.
Mi respiración cada vez estaba mas agitada, en verdad deseaba sentirle dentro de mi.
Llevaba tiempo deseándole y aunque le amaba, nunca dije nada, era mi secreto, nuestro secreto, porque él tambien lo deseaba, aunque él sabía que no podría ser, pero esa noche algo me decía que ocurriría, y me dejé llevar.
Sentí el calor de su cuerpo pegado al mío, y mi sexo comenzó a contraerse, sintiéndome húmeda en mi interior.
Su sexo rozaba mis caderas, y al incorporarme rozó mi vulva y sentí que todo en mí, se removía, en un intento de saciar ese deseo que me embargaba.
Me sujetó entre sus piernas y con manos ávidas recorrió todo mi cuerpo.
Su lengua viajó lentamente por todos los recovecos, hasta llegar al culpable de esa locura que se apoderaba de mi.
Jugó con mi sexo, moviendo su lengua de una manera fabulosa, haciéndome estallar de placer.
Nos besamos apasionadamente, como nunca antes me besaron.
Jugué con su miembro mientras él me observaba excitandose cada vez mas al verme en esa situación.
Después sin dejar de mirarme a los ojos, me agarró tumbandome, mientras tranquilamente me abría las piernas, yo me dejaba hacer, no retirabamos nuestras miradas en ningún momento, esa miarada excitante, de deseo, me besó y posó delicadamente su miembro dentro de mi, cabalgamos sin miedo a que acabara.
Mi cuerpo se sentía al fin satisfecho por haber conseguido lo que tanto tiempo había deseado, lo que tanto tiempo deseabamos, porque se que en el fondo él lo deseaba tanto como yo.
Los gemidos se hacían cada vez mas salvajes, estábamos desesperadamente entregados, como si no hubiera una segunda vez y hubiera que aprovechar al máximo.
Una oleada de placer nos atravesó como un rayo, dejándonos desfallecidos.
Mi cuerpo quedó entre sus brazos al amparo de sus besos que me hacían sentir la mujer mas dichosa.
Me dejé hacer, a veces el amor es así, aún sabiendo que este amor no tendrá futuro, aceptamos, por al menos conseguir unos momentos inolvidables.
Y es lo que me llevo conmigo.
Volveremos a vernos, volveremos a sentirnos, y se que tu sientes por mí, mas de lo que intentas aparentar, porque tus besos lo dicen, tus miradas, tus palabras, todo en ti, ese brillo de tus ojos cuando estamos juntos.
Te conozco, lo sabes, y no me puedes engañar.
Alberto, es mucho tiempo conociendonos y compartiendo sentimientos, palabras... deseos.
Sabes que te espero en Primavera.
Nos dejaremos llevar.
Mi respiración cada vez estaba mas agitada, en verdad deseaba sentirle dentro de mi.
Llevaba tiempo deseándole y aunque le amaba, nunca dije nada, era mi secreto, nuestro secreto, porque él tambien lo deseaba, aunque él sabía que no podría ser, pero esa noche algo me decía que ocurriría, y me dejé llevar.
Sentí el calor de su cuerpo pegado al mío, y mi sexo comenzó a contraerse, sintiéndome húmeda en mi interior.
Su sexo rozaba mis caderas, y al incorporarme rozó mi vulva y sentí que todo en mí, se removía, en un intento de saciar ese deseo que me embargaba.
Me sujetó entre sus piernas y con manos ávidas recorrió todo mi cuerpo.
Su lengua viajó lentamente por todos los recovecos, hasta llegar al culpable de esa locura que se apoderaba de mi.
Jugó con mi sexo, moviendo su lengua de una manera fabulosa, haciéndome estallar de placer.
Nos besamos apasionadamente, como nunca antes me besaron.
Jugué con su miembro mientras él me observaba excitandose cada vez mas al verme en esa situación.
Después sin dejar de mirarme a los ojos, me agarró tumbandome, mientras tranquilamente me abría las piernas, yo me dejaba hacer, no retirabamos nuestras miradas en ningún momento, esa miarada excitante, de deseo, me besó y posó delicadamente su miembro dentro de mi, cabalgamos sin miedo a que acabara.
Mi cuerpo se sentía al fin satisfecho por haber conseguido lo que tanto tiempo había deseado, lo que tanto tiempo deseabamos, porque se que en el fondo él lo deseaba tanto como yo.
Los gemidos se hacían cada vez mas salvajes, estábamos desesperadamente entregados, como si no hubiera una segunda vez y hubiera que aprovechar al máximo.
Una oleada de placer nos atravesó como un rayo, dejándonos desfallecidos.
Mi cuerpo quedó entre sus brazos al amparo de sus besos que me hacían sentir la mujer mas dichosa.
Me dejé hacer, a veces el amor es así, aún sabiendo que este amor no tendrá futuro, aceptamos, por al menos conseguir unos momentos inolvidables.
Y es lo que me llevo conmigo.
Volveremos a vernos, volveremos a sentirnos, y se que tu sientes por mí, mas de lo que intentas aparentar, porque tus besos lo dicen, tus miradas, tus palabras, todo en ti, ese brillo de tus ojos cuando estamos juntos.
Te conozco, lo sabes, y no me puedes engañar.
Alberto, es mucho tiempo conociendonos y compartiendo sentimientos, palabras... deseos.
Sabes que te espero en Primavera.
Nos dejaremos llevar.